sábado, agosto 02, 2008

Prometeo

El fuego prometido
sólo un hombre
debía traer
su costilla faltante
reclamando la perfecta
casi erecta
muñeca de cera
en el lado blando de la cama
solía esperar
masturbada
olvidado el cajón pequeñito
porque sino no sé
si te gusto
así
casi enteramente
yo.
Egos compartidos
que se entregan
una y otra vez
y no llego
por el miedo
parecería que sí
pero no
no puedo
perder el centro
arriesgarme a abrir.
Prometiste y dejaste
el eslabón suelto
que habría unido
la cadena
crecía ella
alejaba los mundos
no podía
esperar
en tu boca quedaba
casi nada.

Supe sober entrañas
restablecer mi cetro
(yo también podía ser desamparo)
tu virgen de plata
recarga y asfixia de noche:
Oh la eterna amenaza
ver prosperar los ritos sagrados
los cuerpos ennegrecidos
y un anillo de oro
enlazando en los dedos
la última súplica.