martes, enero 08, 2008

Un, dos, tres... ¿grabando?

El sábado salí en ADN cultura en una nota sobre las movidas poéticas actuales. Me viene bien porque dentro de muy poco me junto con mi coequiper, José Ianniello, a grabar los poemas que integrarán nuestro disco de poesía remixada. Para los que quieran chusmear la nota, está buena, yo quedé un poco aparata (errores de edición deben ser... jaja) pero tan pasional como siempre.
http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=975580
Ah, igual les aclaro que yo no soy insomne para nada, y que duermo ocho horas cada vez que puedo.

viernes, enero 04, 2008

Pensamiento lateral

Y qué es lo que sabemos en verdad si lo que procesamos es ínfimamente menor a lo que podríamos procesar si abriéramos las puertas al infinito. ¿Cuán lejos quiero llegar de la madriguera? Me subo al taxi que maneja un hombre sorprendentemente parecido a Ibarra: pienso en Cromagnón. ¿En verdad pensé eso o ahora que escribo pienso que lo pensé? Ibarra escucha una cumbia enfervorecida, con un son que me resulta familiar, pero que está tapado por gritos y aplausos como si hubiera sido grabado en un casamiento. Efectivamente, el disco pasa un track y otro track (ya va por el 34) y todos son muy breves y festivos. Pienso que quizás sea una de esas viejas bandas de chamamé remixadas, porque cantan canciones viejas que suenan bastante mal. Mientras sigo pensando, intento ignorar el tremendo sonido que cada vez me taladra más los oídos, el cuello, la cabeza... Pienso en registrar todo lo que estoy registrando en este momento (en ese momento, aquel, que ahora recuerdo y veo con exactitud: me veo). El verde del semáforo, Ibarra que echa (¿me?) un breve vistazo por el retrovisor y arranca, su mano en la palanca de cambios y el auto de al lado avanzando en simultáneo. El último ángulo izquierdo de mi ojo izquierdo (un auto deteniéndose en la esquina que corta la avenida que transitamos) y el último ángulo derecho de mi ojo derecho (una mujer que apenas llega corriendo al cordón en el instante en que todo se pone en movimiento, en que todo cambia, se altera, ocupa su lugar). De seguro, es imposible. Soy apenas un ojo que mira, un ojo que gira, en este molecular mundo vacío, mundo de ojos moléculas que quisiera detener, fotografiar, congelar en mi mente sin haber reconstruido, hologramado, creado dentro de mí por un cerebro que deconstruye y amalgama ideas pixeleadas, pinceladas de mi ser. ¿Y si fuera cierto lo de la física cuántica? El misterio se despeja, desde el fondo de los ecos, el son pegadizo, los aplausos, llego a entender, por fin, algo, es: "La nueva luna". El resplandor ilumina mi corteza y sonrío, pienso que de verdad puedo hacerlo, voy a callar este horrible sonido... ¡ahora! Y entonces, el hombre cuya cara me resulta conocida, (demasiado vista ha sido esa cara), con un milagroso operar de su muñeca, sin hacer ni tan siquiera click, altera los circuitos que me habían alterado tanto durante todo el viaje y, en lugar de ese espantoso sonido, sólo queda un maravilloso, mullido colchón de jazz que facilita mi libre pensar. Sonrío, dándole crédito a la física, dándole crédito al misticismo, a Jazmín, a Karina, a Clarice Lispector y siento que en un lugar de mi cerebro se ha llenado un casillero (como una celdilla de una panal de miel, diría ella). Al pasar, compruebo el reloj que marca casi doce pesos y pienso que, en vez de estar tan distraída, debería haberme concentrado en que ese viaje (este, aquel) no me saliera tan caro.