Ella llamaría casi muda: hombre, ¡pero hombre!,
¡para retenerlo, para traerlo de vuelta!
Pero era para siempre, Virginia, escucha,
para siempre y aunque Granja Quieta se marchite
y nuevas tierras surjan indefinidamente,
jamás el hombre retornará, Virginia,
jamás, jamás,
Virginia.
Jamás.
Clarice Lispector, La araña
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